Desde el inicio de la humanidad, el hombre y las gemas han tenido una estrecha relación.
Platón ya se hacía eco de ellas en sus diálogos sobre las propiedades energéticas y curativas de las gemas que los antiguos habitantes de la Atlántida manejaban con gran maestría.
La Biblia no ha sido menos y también cuenta relatos del antiguo testamento sobre el poder divino que estas gemas dotaban a su portador.
¿Por qué curan los cristales?
Gracias a la fotografía Kirlian se descubrió que los cristales como todos los seres vivos, están rodeados de un campo energético.
La perfecta estructura de los cristales, absorbe, almacena y trasmite la energía de su entorno, por lo que al contacto con otro campo energético deficiente, tiende a transformarlo y equilibrarlo.
Todavía se desconocen en profundidad la influencia que estos minerales ejercen sobre los seres vivos, pero lo que no podemos ignorar es que ya se conocen muchas de las propiedades terapéuticas de las gemas:
En 1988 fue entregado el Premio Nóbel de Química a 3 investigadores Alemanes por demostrar en sus trabajos que las células vivas convierten la energía luminosa que reciben en reacciones bioquímicas.
En 1988 el Premio Nóbel de Física se entregó a 3 Norteamaricanos por evidenciar como las partículas de energía cósmica y solar, penetran de forma constante en el cuerpo humano, transformándose en energía electromagnética.
En 1991 reciben el Premio Nóbel de Medicina Erwin Naher y Bert Sakmann por sus investigaciones sobre la emisión de cargas electromagnéticas de las células humanas y el desarrollo futuro de medicamentos con frecuencias muy precisas para corregir la pérdida del ritmo oscilatorio celular.
¿Como se utilizan los cristales?
Los cristales funcionan como unas baterías, reciben y dan energía constantemente, por lo que antes de usarlo debería ser limpiado eliminando la energía negativa.
Los métodos de limpieza pueden ser por medio de:
Agua: Colocando los cristales en un recipiente de cristal y dejar que el agua fría del grifo caiga encima como una pequeña catarata.
Fuego: Con el cristal entre nuestros dedos, lo acercamos al calor del fuego de una vela.
Sol: exponerlos a lo rayos del Sol durante 15 o 30 minutos.
Luz de la Luna: dejarlos expuesto a la esta luz durante toda la noche.
Tierra: enterrando los cristales durante 3 días y 3 noches y lavarlos después con agua.
Programar un cristal
Debemos antes seleccionar el cristal que nos ayude a conseguir el objetivo que pretendemos. Nos concentramos buscando una conexión energética con el cristal y transmitimos nuestra petición repitiéndola varias veces para que esta información quede grabada en el cristal.
Mari Carmen Gallego es profesora de Gemoterapia e imparte formación sobre las Gemas y sus propiedades de forma presencial y online.
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